Oir ladrar a un perro detrás de la puerta, si no le conoces, te puede dar cierto reparo. Pero si está acostumbrado a no ladrar al timbre, puede ser una grata sorpresa.
Oir ladrar a un perro detrás de la puerta, si no le conoces, te puede dar cierto reparo. Pero si está acostumbrado a no ladrar al timbre, puede ser una grata sorpresa.